
Toda enfermedad es una enfermedad celular.
Piénsalo un momento: si todas las células de tu cuerpo se encontraran fuertes y sanas, ¿cómo estarías? La respuesta obvia es: sano. Unas células sanas, que funcionan correctamente, crean órganos sanos que tienen un funcionamiento correcto, así como unas células defectuosas o enfermas crean órganos defectuosos o enfermos, que dan como resultado una persona enferma.
Las cetonas aportan a las células una rápida y potente fuente de energía utilizando menos oxígeno y produciendo muchos menos radicales libres. Las células reciben de las cetonas, la inyección de energía que precisan para satisfacer sus necesidades energéticas y cumplir adecuadamente su función.
Gracias a las cetonas, los niveles de antioxidantes protectores se mantienen altos, y la actividad celular es enormemente eficaz. Las células cerebrales y nerviosas funcionan mejor, las células cardíacas son más eficientes y, de hecho, todas las células del cuerpo que utilizan cetonas trabajan mejor:
- Las cetonas transforman las células ordinarias en células super eficientes.
- El metabolismo celular se dinamiza.
- Aumenta la eficiencia general.
Por ejemplo; Las cetonas mejoran el funcionamiento y eficiencia del músculo cardíaco, lo cual se traduce en un incremento de la presión y el caudal hidráulicos de hasta un 28 %; Activan ciertos genes que favorecen la salud y provocan que los genes que promueven las inflamaciones y la mala salud se desactiven.
Una célula normal, se transforma gracias a las cetonas e intensifica de inmediato sus propios mecanismos de autoconservación y autocuración, las cetonas les dan a las células la capacidad para combatir cualquier influencia perjudicial, como las toxinas y el estrés, la célula se fortalece, su productividad crece y sus posibilidades de sobrevivir en condiciones desfavorables se incrementan.